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El Juego de los Gigantes y la Última Gran Oportunidad de México

Actualizado: 6 abr

El Juego de los Gigantes y la Última Gran Oportunidad de México


Por: Rodrigo Lañado.


El día de hoy estaba analizando mientras tomaba un café de olla la situación de la bolsa en picada hacia una recesión, las protestas masivas en Estados Unidos, impulsadas en su mayoría por los demócratas y la sorocracia y me parece que a esta altura, muchos de ustedes, estarán preguntándose: ¿y todo esto que significa para México? Bueno pues justamente en este artículo, pretendo explicar lo que podría pasar a corto, mediano y largo plazo, porque definitivamente esto nos impacta y nos impacta muchísimo.


Como lo mencioné en mi libro reciente “El segundo renacimiento” el mundo está cambiando a gran escala. No es solo política, no es solo economía: es una nueva reorganización del mundo. Estados Unidos ha vuelto a subir la apuesta en el tablero global, imponiendo aranceles agresivos a las importaciones bajo el discurso de recuperar su fuerza industrial y proteger su soberanía manufacturera.


Muchos lo ven como una respuesta al avance imparable de China. Otros, como una jugada populista. Pero más allá de las interpretaciones, hay una realidad objetiva: Estados Unidos ya no quiere depender del extranjero, pero no está listo para producirlo todo en casa.


Y es ahí donde entramos nosotros….


¿México, nueva China?


Aguanten aqui… esto no es exageración. México tiene todo para convertirse en el nuevo centro de manufactura estratégica de Norteamérica: ubicación geográfica privilegiada, tratados comerciales firmados, talento humano, costos competitivos, una cultura industriosa, y sobre todo, la bendición de estar cerca del mayor mercado de consumo del planeta.


Ya estamos viendo los primeros movimientos: fábricas de Tesla en Monterrey, empresas asiáticas explorando el Bajío, y parques industriales brotando como hongos en Querétaro, Guanajuato, Nuevo León. Las piezas están en la mesa.


Pero hay una diferencia fundamental entre tener la oportunidad… y estar preparado para aprovecharla.


Los peligros de una oportunidad mal aprovechada


Porque lo cierto es que México también arrastra lastres pesados. Narcotráfico e inseguridad generalizada, Infraestructura eléctrica insuficiente, crisis hídrica, inseguridad en amplias regiones, mano de obra calificada limitada, corrupción en niveles clave del aparato público. Si no atendemos esto, lo que hoy parece una edad dorada, puede terminar siendo un espejismo trágico.


¿De qué sirve atraer fábricas si no hay agua para enfriarlas, ni técnicos para operarlas, ni seguridad para protegerlas?


¿De qué sirve crecer si ese crecimiento solo enriquece a unos pocos mientras los jóvenes de las periferias siguen siendo reclutados por el crimen porque no tienen otra opción?


No necesitamos solo más fábricas. Necesitamos una transformación integral. Y necesitamos una visión.


La gran decisión: maquilar o liderar


Esta coyuntura histórica nos pone frente a una encrucijada.


Podemos limitarnos a ser maquiladores, ensambladores baratos, exportadores de mano de obra y recursos… o podemos usar esta ola como trampolín hacia una nación que diseña, que innova, que lidera, que cuida a su gente y a su tierra.


Podemos apostar por un modelo regenerativo donde la industria no signifique destrucción, donde las comunidades no sean desplazadas, donde los jóvenes no tengan que elegir entre irse o delinquir.


Podemos convertir al nearshoring en algo más profundo: en una oportunidad para restaurar el tejido social, sanar territorios heridos por la violencia, y formar una nueva generación de mexicanos que no solo trabajen… sino que también sueñen y construyan.


La inseguridad: el verdadero cuello de botella


No hay inversión que sobreviva a un entorno tomado por el crimen. Las empresas lo saben, y lo evitan.


La inseguridad no es solo un problema de policía. Es un problema de dignidad. Mientras haya jóvenes sin futuro, habrá carteles con poder. Mientras el Estado no recupere el control del territorio, ninguna política industrial será suficiente.


La verdadera seguridad no vendrá solo con más patrullas, sino con más oportunidades reales. Más escuelas técnicas. Más empleo digno. Más arte, más campo, más cultura. Y sí: más justicia restaurativa y reconciliación donde se pueda.


Un llamado a actuar: el momento es ahora


No tenemos diez años. Tenemos dos, tal vez tres, para sentar las bases de este nuevo México industrial y humano.


Si lo hacemos bien, podremos entrar al siglo XXI como un país relevante, autónomo, justo y próspero.


Si no, esta será otra oportunidad perdida. Otro capítulo en la larga historia de lo que “pudo ser” pero no fue.


Y esta vez, no habrá otra tan clara, tan cerca, tan viable.


México no necesita más discursos. Necesita decisiones. Necesita valentía. Y necesita recordar que no está condenado a ser patio trasero… si se atreve a ser jardín propio. La presidenta ha mostrado que no tiene el mismo carácter que obrador, esta señora tiene la falda bien puesta, pero habrá que ver si realmente tiene los medios y la forma de poder aplicar la ley y la estrategia necesaria en un país que se encuentra más coludido por el narcotráfico, que un barco con ratas.


Estamos en un punto donde las decisiones que pueda realizar Donald Trump, Claudia Sheinbaum, Xi Jing Ping, y Putin a nivel regional, literalmente van a configurar el resto de este siglo, y no habría manera más lógica de hacerlo, puesto que el destino del mundo es una suma de voluntades y el resultado de las decisiones conjuntas que tomamos como especie.


¿Y usted? ¿Qué está dispuesto a hacer desde donde está? Porque esta historia no la escribe solo el gobierno. La escribimos todos.


Ahora más que nunca, es necesario reconfigurar nuestros proyectos y nuestras visiones, ahora más que nunca es urgente, crear nuevos asentamientos, nuevas arcas sociales para resistir lo que se avecina.


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